Con tres cuartos de hora de retraso según el horario previsto, Amaia Montero se presentó anoche en Barcelona en circunstancias muy diferentes a las que vivió como cantante e imagen de la exitosa 'La Oreja de Van Gogh'. Lo hacía en solitario tras su decisión de abandonar hace un año y medio y, además, para presentar su primer disco, de título homónimo. El resultado no pudo ser más positivo para la carismática vocalista y compositora.
El inesperado retraso se debió a la exhibición de una cosa titulada 'Viva la resistencia. el musical', una acción teatro-gimnásticomusical que está concebida para informar sobre el cáncer de cuello de útero, algo muy loable, pero ayer parecía totalmente fuera de lugar por no hablar de su cuestionable calidad artística.
Tras ese indigesto e inesperado aperitivo, Amaia Montero se hizo con su público incondicional -que llenaba por completo el aforo del Auditori- desde los primeros compases de 'Círculos' hasta el fin de fiesta compuesto por tres bises ('Puedes contar', 'Quiero ser' y 'Por toda una vida') que confirmaron que no sólo cuenta con su beneplácito intacto, sino que lo ha engrandecido. Y cuando sus primeras palabras fueron "os tengo que felicitar por todos los títulos del Barça", el camino se le allanó definitivamente.
Apoyada en una resolutiva banda de apoyo de músculo rockero, Amaia apareció ataviada con unas peligrosas botas de elevados tacones que casi le ocasionaron un tropezón-, unas mallas y una doble camiseta que resaltaban su generosa anatomía (los "guapa" por parte del público de ambos sexos fue una constante durante la hora y media que duró el concierto). Su presencia escénica fue potente, su voz se ha vuelto más versátil y la perceptible amplitud estilística de su repertorio no hacen sino que hablar muy bien de su progresión artística.
Ello no quita que el delirio cundió cuando interpretó material pretérito, aunque alcanzó alta emotividad su recuerdo por Antonio Vega ('Nadie como tú') o por uno de los niños fallecidos en el vendaval de Sant Boi ('La playa').
El inesperado retraso se debió a la exhibición de una cosa titulada 'Viva la resistencia. el musical', una acción teatro-gimnásticomusical que está concebida para informar sobre el cáncer de cuello de útero, algo muy loable, pero ayer parecía totalmente fuera de lugar por no hablar de su cuestionable calidad artística.
Tras ese indigesto e inesperado aperitivo, Amaia Montero se hizo con su público incondicional -que llenaba por completo el aforo del Auditori- desde los primeros compases de 'Círculos' hasta el fin de fiesta compuesto por tres bises ('Puedes contar', 'Quiero ser' y 'Por toda una vida') que confirmaron que no sólo cuenta con su beneplácito intacto, sino que lo ha engrandecido. Y cuando sus primeras palabras fueron "os tengo que felicitar por todos los títulos del Barça", el camino se le allanó definitivamente.
Apoyada en una resolutiva banda de apoyo de músculo rockero, Amaia apareció ataviada con unas peligrosas botas de elevados tacones que casi le ocasionaron un tropezón-, unas mallas y una doble camiseta que resaltaban su generosa anatomía (los "guapa" por parte del público de ambos sexos fue una constante durante la hora y media que duró el concierto). Su presencia escénica fue potente, su voz se ha vuelto más versátil y la perceptible amplitud estilística de su repertorio no hacen sino que hablar muy bien de su progresión artística.
Ello no quita que el delirio cundió cuando interpretó material pretérito, aunque alcanzó alta emotividad su recuerdo por Antonio Vega ('Nadie como tú') o por uno de los niños fallecidos en el vendaval de Sant Boi ('La playa').
Fuente: Lavanguardia.es
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